¿Qué hacer cuando la crisis financiera toca a la puerta?

13 de agosto de 2019
Segundas Oportunidades

¿Qué hacer cuando la crisis financiera toca a la puerta?

Por: Javier Angulo Cardinale
 

Hoy quiero dirigirme a quienes atraviesan un momento crítico en sus finanzas y están, como popularmente se dice: "coyol quebrado, coyol comido". Todos hemos pasado por épocas de crisis financiera en algún momento de nuestras vidas, pero lo importante es no quedarse paralizado por el temor y la angustia, sino tomar fuerzas para mirar al frente y luchar por salir adelante.

 

Quiero empezar por definir el término 'prosperidad financiera'. Por un lado, existen creencias –ideologías al estilo Trump-falista– que consideran a los millonarios como prósperos. Por el otro, hay muchos para quienes la prosperidad es tener recursos suficientes que les posibiliten vivir el resto de sus vidas recostados en una hamaca. Si bien es cierto que contar con recursos extra genera tranquilidad, y, que debemos luchar por un mayor bienestar económico, no podemos limitar el término prosperidad únicamente al ámbito del dinero. Prosperidad implica tener regocijo y lograr el adecuado equilibrio entre familia, esparcimiento, estabilidad financiera, salud emocional y espiritual, así como establecer sanas relaciones familiares, sociales y laborales.
 

Lo que describo a continuación es fruto de mi propio testimonio y de la experiencia que he obtenido al apoyar a otras personas en su desarrollo y bienestar financiero; algo que también recopilo en mi libro Lo tuyo, lo mío y lo nuestro.

¿Cuándo toca a nuestra puerta una crisis?

En algunas ocasiones, antes de que la crisis financiera llegue, toca a nuestra puerta con avisos que nos advierten que debemos preparanos. En otras, por el contrario, la crisis entra, se sienta en medio de nuestra sala, pasa por la cocina y el comedor, y penetra las habitaciones, cubriendo todos los rincones de nuestro hogar con una atmósfera de preocupación.
 

¿Qué se experimenta en una crisis?

Podemos decir que la crisis se asoma en diversos momentos: cuando hay menos ingresos en casa, experimentamos carencia de trabajo o el negocio no genera lo suficiente. Esta situación es muy dura y es capaz, incluso, de hacernos caer en los índices de pobreza y obligarnos a vivir de las ayudas del Gobierno, la familia, la iglesia o alguna ONG. Otro caso es cuando se pierde el empleo y hay que agotar los ahorros. En esos momentos, las tarjetas de crédito se convierten en el “salvavidas” provisional que, después de la crisis, vuelve como un boomerang.
La crisis también emerge cuando, en tu negocio, el flujo de efectivo no es suficiente como para separar tu salario y cubrir tus necesidades. Hay quienes quedan financieramente en crisis después de un divorcio o una enfermedad seria que conduce a muchos gastos e impide generar ingresos. Finalmente, hay casos en los que nuestras decisiones nos llevan a un callejón sin salida por gastar de más, usar irresponsablemente nuestros recursos o sobreendeudarnos.
 

Cada moneda cuenta

Solo quienes hemos experimentado este tipo de situaciones sabemos lo que significa juntar monedas para comprar leche, pagar un parqueo o darle mesada a un hijo. Como decían nuestros abuelos: a veces "hay que hacer de tripas chorizo".
Cuando a estas situaciones extremas se añaden aumentos en los precios de productos y servicios, resulta aún más necesario tomar medidas contundentes. Algunos optan por comprar marcas más baratas, rendir los pasajes de autobús, cocinar más en casa, buscar nuevas formas de esparcimiento... Otros deciden salir a la calle a buscar dinero o poner un rótulo en casa para vender empanadas o sándwiches para pagar la luz. Los que tienen fe claman al cielo por un nuevo trabajo o un aumento de salario.
 

¿Cómo impacta una crisis a las personas y a las familias?

Los problemas financieros tienen una incidencia directa en la parte emocional y mental de las personas; una crisis puede generar desánimo, baja autoestima, inseguridad, tristeza, enojo, descontento.
La mayoría de las personas viven sus crisis financieras en el anonimato: existe una preocupación constante por hacer que los otros no se enteren de la situación y de aparentar que todo va "pura vida".
Tal es la necesidad de conservar el estatus, que muchos padres deciden mantener a sus hijos en colegios privados, incluso cuando son incapaces de pagarlos, pero con la esperanza de que encontrarán una salida a su crisis. Este es el drama que, día tras día, viven más personas que las que podemos imaginar.

 

 

 

¿Qué más hacer para lidiar con una época de crisis?
 

  • Aceptar: Reconocer que no hay dinero suficiente para tener o hacer lo que queremos o necesitamos.
  • Expresar: Meditar sobre la situación y compartir lo que sucede con personas que puedan ayudarte a encontrar soluciones, especialmente familiares.
  • Revisar: Es clave analizar si la crisis responde a asuntos externos, como la pérdida de empleo o malas decisiones financieras, o al deseo de mantener un estilo de vida más lujoso que el que nos permiten nuestros ingresos.
  • Ajustar: Variar los productos que se compran y los lugares que frecuentan para no gastar de más. Una buena opción es comprar determinadas comidas o cosas solo en algunas ocasiones. La idea es que siempre haya lo necesario, pero también poder darse un gustito de vez en cuando.
  • Modificar: La dieta puede ser modificada para que las raciones alcancen para toda la familia; por ejemplo, una opción es preparar más sopas, que rinden más y no suelen ser caras. Siempre es beneficioso preparar la comida en la casa y, si se sale a comer fuera, buscar menús económicos.
  • Decir no: Empezar a decir no a aquellos compromisos o gastos que no podemos cubrir.
  • Decir sí: Buscar salidas a la situación, incluso las que pueden parecer menos viables.
  • Negociar: Es vital hablar con las entidades financieras y explicarles la situación para explorar opciones de fusión de deudas, readecuaciones u otros mecanismos de apoyo.
  • Generar: Generar ingresos es la meta principal. Cada persona, incansablemente, debe buscar opciones que le permitan producir el dinero necesario para cubrir la luz, la comida, el alquiler y otros gastos.
  • Emprender: Muchas veces una crisis es la oportunidad para iniciar nuestro propio emprendimiento, siempre tomando en cuenta las medidas y el consejo necesario.
  • Explicar: La familia debe estar enterada de la situación para que todos se sumen a la búsqueda de soluciones.
  • Asistir: Tomar cursos de educación financiera que ayuden a organizar los ingresos, ahorrar y salir de deudas.
  • Vender: Uno de los últimos recursos es vender activos para cancelar deudas o cubrir gastos prioritarios.
  • Persistir y no desmayar: Es necesario tener fe y soportar el vendaval mientras se toman decisiones. Finalmente, lo importante es aprender y tomar medidas preventivas a futuro.
     

Escribo este artículo no solo tomando en cuenta historias de personas que he atendido por muchos años, sino con base en mi propia experiencia personal y familiar. Sé lo que significa que la crisis se te meta hasta la cocina, pero también es cierto que he visto cómo con confianza, fe, esfuerzo y unión familiar siempre se logra superar. Usted también lo puede hacer.
 

Mirando una película, escuché esta frase que me gustó y la ajusté un poco para concluir este artículo.

Siempre hay espacio en toda historia para un mejor final.
¡Descúbrelo!
 


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