Hacer un presupuesto familiar es relativamente sencillo, pero cumplirlo cuesta un poco más. Aquí le damos algunas recomendaciones para sobrellevar las tentaciones que amenazan su bolsillo.
Unos cuantos días atrás, el autor de este artículo recibió un mensaje de texto en el celular: “Solo por hoy, la Tienda X tendrá precio especial de bodega en todos sus electrodomésticos. No se lo puede perder. ¡Venga ya!”. Suena como una gran oportunidad, ¿verdad?
Todo el tiempo recibimos estímulos de ese tipo para asumir gastos que –a lo mejor– no teníamos planificados. Aquí es donde entra a jugar el presupuesto. Este instrumento nos permite programar el uso del dinero durante el mes o la semana, de manera que sepamos cuánto podemos desembolsar sin incurrir en deudas innecesarias.
El presupuesto es un aliado; no es un enemigo ni una camisa de fuerza. Incluso podemos asumir algunos gastos no previstos, siempre y cuando podamos equilibrar en otros aspectos.
Tal y como explica el economista Javier Angulo, director del sitio Finanzas con Propósito, lo ideal es que el presupuesto sea lo suficientemente detallado como para incluir un rubro llamado “gastos no programados”. En él se puede incluir, por ejemplo, una visita al centro comercial, donde en algún momento nos vamos a topar con tentaciones.
“Si presupuestamos unos zapatos y pusimos ₡35.000, pero a la hora de ir a buscarlos nos gustan los de ₡50.000, vamos a empezamos a caer en un posible déficit”, explica Angulo.
Como el presupuesto no es una imposición ni un instrumento de tortura, la persona podría comprar los de ₡50.000, pero sin caer en el error de aplicar el típico “tarjetazo” y ver cómo pagar después con intereses. Lo ideal sería, más bien, reducir otra línea del presupuesto: limitar las salidas al cine, ahorrar a la hora del café o sustituir algunos taxis o ubers por autobús, de forma que al final los números le den.
A la hora de cumplir el presupuesto, es importante evitar “autoengaños”, como los siguientes, que pueden hacernos bajar la guardia e incurrir en desequilibrios financieros.
El cerebro puede generar ese tipo de argumentos para justificar algo que en el fondo admitimos como perjudicial: un gasto que va a desequilibrar nuestro presupuesto.
Recuerde seguirnos en este sitio web de Hagamos Números, un proyecto de Grupo Nación. Le aseguramos que siempre encontrará información de interés.
Añadir nuevo comentario