Comprar forma parte de la vida cotidiana. Sin embargo, en algunos casos, volver del supermercado o la tienda es sinónimo de remordimiento, vergüenza y enojo. ¡Es hora de acabar con ese círculo vicioso!
Para algunas personas, hay un momento particularmente difícil en el mes: cuando reciben el estado de cuenta de la tarjeta de crédito. En ese instante, recuerdan todos los “errores” que cometieron en las últimas semanas y que las van a obligar a pasar penurias durante los últimos días de la quincena. Otras veces el remordimiento es instantáneo: la persona no ha ni estrenado el pantalón que se compró y ya se arrepiente de haber gastado tanto en él.
¿Por qué es tan difícil controlar esos impulsos? “El dinero debería ser un facilitador para resolver necesidades, no un fin en sí mismo. No obstante, algunas personas lo utilizan para llenar vacíos emocionales”, explica el psicólogo Mauricio Solís, especialista en el manejo de finanzas personales. En este otro artículo de nuestro sitio Hagamos Números podrá ver con detalle cuáles son los factores emocionales detrás del gasto en exceso.
Gastar representa un problema cuando se convierte en una conducta compulsiva. Es decir, cuando simplemente no se puede evitar o moderar. Entonces, al igual que ocurre con un vicio, el individuo pierde la capacidad de control y solo obtiene satisfacción cuando incurre en la compra. “Un gustito ocasional no tiene nada de malo, siempre y cuando esté dentro del presupuesto; otra cosa es disparar todo el dinero desordenadamente”, añadió Solís.
Mucha gente prefiere no buscar ayuda y remedia esos huecos financieros con parches que terminan siendo peores. Por ejemplo, a fin de año hay personas que buscan o aceptan una tarjeta de crédito adicional solo para utilizarla en el pago del marchamo. Otras recurren a préstamos informales con el fin de pagar una cuota.
La única forma de acabar con esos hábitos es reconociendo que hay un problema y que es necesario buscar ayuda. Un consejo es tratar de consolidar todas las compras en pocos días del mes: estar visitando constantemente la tienda o el centro comercial abre la puerta a las tentaciones, y en algún momento podría resbalarse. También es determinante ajustarse a un presupuesto en lugar de ir gastando cada colón a como le va llegando. De esta forma, disfrutará lo que compra sin necesidad de sentirse culpable cuando va de regreso a casa.
En algunos casos más graves, puede haber incluso una adicción que requiera manejo de un profesional. De cualquier forma, lo más importante es que el individuo se atreva a tomar las riendas de su propia vida y acepte que el tema se le salió de las manos.
¿Conoce a alguien que se esté enfrentando a esta situación? Compártale este artículo y continúe visitando nuestro sitio Hagamos Números.
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